Allá por los noventas, un joven recién ingresado a la UCR comenzaba a ser bombardeado por eso que luego sería etiquetado como Cultura Pop, criado audiovisualmente por franquicias americanas como “Yi ai joe”, “Tranformers” y “Las Tortugas Ninjas”, no tenía idea de que todo su universo fabulesco iba a dar un giro de 360 grados en dirección al oriente.
Ya anteriormente había tenido contacto (sin saberlo) con la narrativa asiática, puesto que además de todo el “merchandising” ochentero heredado de nuestros vecinos del norte, la televisión nacional también dejaba ver por ahí algunos clásicos animados como Heidi, Marco, Gigi, Lalabell, entre otros, pero nada comparado con la obra de Katsuhiro Otomo.
Todo esto, junto a personajes bien desarrollados y una trama compleja, hacen que esta pieza de culto sea la clave para la iniciación de cualquiera que esté interesado en comenzar a conocer que hay más allá de Dragón Ball Z y los Caballeros del Zodiaco.

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